Sabemos que la interacción entre distintos aspectos individuales de las personas (motivaciones, expectativas, habilidades para hacer frente a los obstáculos, para manejar las emociones displacenteras, características de personalidad…) y del entorno laboral, constituyen claves importantes para la salud psicológica y el bienestar laboral (Organización Mundial de la Salud, 2017).
La inteligencia emocional hace referencia a la capacidad del ser humano de entender, ser consciente y regular sus propios sentimientos, reconocer y comprender los ajenos y utilizar dicha información para guiar tu pensamientos y acción, adaptarte al ambiente y enfocarte hacia tus objetivos.
Cuando hablamos de ésta en espacios organizacionales, se observa que a medida que hay una mayor inteligencia emocional en los equipos se generan espacios de trabajo más saludable, comunicativos y eficaces.
La capacidad de desaprender, el comportamiento empático, la motivación y la gestión emocional no están al alcance de las máquinas, solo los humanos pueden ejercerlos, y son esenciales para poseer una cultura de la innovación en una empresa, formar equipos cohesionados, impulsar el crecimiento y mejorar la productividad.
Entre los beneficios de la inteligencia emocional en el entorno laboral encontramos:
- Estabilidad emocional: gestión de las propias emociones y tolerancia al estrés.
- Autocontrol: tendencia a controlar los impulsos, ser trabajador y diligente.
- Extroversión: capacidad de ser abierto, amigable y afable con los demás.
- Eficacia en la gestión emocional: posibilidad de verbalizar emociones, empatizar y combinar emoción y razonamiento.
- Capacidad cognitiva: algunos estudios establecen una relación entre el coeficiente intelectual y la inteligencia emocional.
- Toma de decisiones y autoeficacia general: confianza en tu capacidad para afrontar las exigencias de tu trabajo.
- Autoevaluación del desempeño: satisfacción personal por tu trabajo, teniendo en cuenta tus niveles de esfuerzo, responsabilidad y compromiso.
Incrementar los niveles de inteligencia emocional en los entornos organizacionales es posible a través de dedicar tiempo para que cada miembro del equipo sea consciente de los beneficios de aplicar está habilidad, organizando talleres, sesiones de coaching y fomentar la autoexploración de las emociones y el esfuerzo para gestionarlas de manera positiva son algunas de las formas de alcanzarlo.
La empresa deberá proporcionar la información y la formación necesaria a sus colaboradores y, a la vez, desarrollar una cultura empresarial acorde. A cambio, recibirá una mejora del ambiente laboral, de la productividad y de los niveles de felicidad tanto individuales como colectivos.